El Perú merece un destino superior, no más estatuas de regalo
La pandemia en el Perú es crónica y añeja, empezó hace 200 años con una declaración de independencia débil e incompleta que solo existió en el papel, no en la realidad. Desde entonces el Perú es un país abatido, dividido, afiebrado, inerte, sin oxígeno. El desafío ya no es salvarle la vida porque ya no la tiene, el desafío ahora es revivirlo, reconstruirlo, devolverle la memoria, resucitarlo y colocarlo en el lugar que merece, el Perú meceré un destino superior. Las “Paginas Libres” de Manuel Gonzales Prada culpan a la clase política de esta “pandemia histórica” sin embargo Gonzales Prada comparte similar responsabilidad al haber preferido irse a Francia en lugar de haber asumido el liderazgo de su naciente partido Unión Nacional, el Perú lo necesitaba. Un líder no debe correrse de una misión motivada por el mismo y luego encargada por la historia.
La declaración del 28 de Julio de 1821 no fue un acto de independencia nacional masivo, sino de liberación económica y particular de unos pocos. La historia sostiene que la expedición libertadora estaba conformada por un ejército aproximado de 4000 chilenos y 600 argentinos ¿Dónde estaban los soldados peruanos? En su gran mayoría en las filas del ejército real del Perú defendiendo a la corona española. El 80% de soldados realistas eran peruanos particularmente indígenas mestizos.
¿Tiene legitimidad un proceso de independencia propiciado solo por fuerzas extranjeras? ¿Si nuestros connacionales anhelaban masivamente la independencia porque defendían al ejército contrario? La independencia no fue tan apetecida como se nos inculcó en las clases de historia. No se añoró la independencia como sí lo hace un pueblo con hambre de libertad y prosperidad. Porque la independencia ha de mirarse no como el objetivo final de una cruzada libertaria sino como la inescapable obligatoriedad de un destino superior.
La certeza de la prueba recae en el paso del tiempo. Los países cuya independencia no ha gozado de la virilidad necesaria padecen de una pandemia histórica, son hojas de árbol a merced del viento. Pero tenemos aquellas naciones que, aunque mucho más diminutas que el Perú y menos bienaventuradas por la naturaleza, han materializado su hambre de gloria con prosperidad y notable desarrollo. Finlandia es una de esas naciones. Los fineses provocaron su independencia y la pagaron con 50,000 bajas. En pleno invierno de 1939 más de 300,000 finlandeses enfrentaron al ejército rojo Soviético que los doblaba en número de combatientes, pero no en virilidad libertaria. A Finlandia le tomó cincuenta años validar el porqué de su independencia: “un destino superior”. Nuestro país va por los doscientos años y tal como lo escribió Basadre con motivo del centenario peruano, será solo para recibir un par de estatuas de regalo. No queremos más estatuas.
Es un pecado histórico, el habernos hecho creer en un sentimiento independentista mayoritario vano y ahora inducirnos a aceptar un bicentenario que no existe. El Perú necesita de una pronta y nueva declaración de independencia, de su primera independencia. Esta vez deberá incluir a todos los peruanos e ir por un destino superior.
